Para mí, grabar o fotografiar un matrimonio no es solo registrar lo que pasa. es estar presente de corazón, atenta a lo invisible y acompañarlos con el respeto y la sensibilidad que un día tan trascendental merece. Mi máxima prioridad siempre será la pareja. Entiendo que este es uno de los momentos más importantes de sus vidas, y por eso me es fundamental que se sientan completamente cómodos, libres de ser auténticos. Quienes me elijan, tendrán la confianza plena de que, más allá de mi experticia técnica, contarán con una persona que, ante cualquier situación, actuará siempre con cariño y pensando en lo mejor para los novios y su día especial.

El oficio de ser videógrafa de matrimonios es, para mí, un verdadero privilegio.

Me siento profundamente afortunada por cada pareja que me ha escogido a lo largo de este hermoso viaje de registrar historias de amor. Para mí, el amor es la verdadera fuerza que impulsa al mundo, lo que le da sentido a las cosas. Por eso, cada vez que una pareja confía en mi mirada y en mi trabajo, me siento no solo halagada y agradecida, sino también nutrida. A través de sus historias, de las emociones, palabras compartidas en cada celebración, aprendo, y me llena mucho el hecho de saber que aporto con un granito de arena a preservar el recuerdo de un momento transcendental en la vida de las personas.